La manada Cañada del Lobo ha formado parte de la historia y esencia del grupo scout Tamar desde que este se fundara. Desde entonces, cada uno de los niños y niñas que por ella han pasado han dejado su huella como parte de una unidad que, desde sus inicios, han trabajado siempre por hacer lo mejor, un objetivo que llevan por lema y bandera.
Desde el despegue del egocentrismo trabajado en castores hasta una mayor autonomía personal que les esperará en Ranger, la manada trabaja el valor de la amistad y la importancia de la unión fraternal, se inicia en la responsabilidad como elemento clave del trabajo en equipo, el progreso personal y colectivo como hilo conductor de su desarrollo, y la diversión y motivación como base fundamental del proceso metodológico en esta etapa, entre otras cosas.
Esta ronda pasada, la manada tuvo que hacer frente a varios recados casi imposibles para su edad, pero cuya heroicidad y compromiso resultó la suma perfecta para solventarlos. Así, la manada recibía una carta Real en la que se indicaba que habían desaparecido las joyas de la reina. Ésta, confiando en el buen hacer de la manada, les encargó encontrarlas. Así, llegamos al campamento de Navidad en la Puebla de Guzmán (localidad elegida estratégicamente dadas las pistas por su alteza). Allí consiguieron recuperar las joyas y devolverlas a su Real propietaria, que les obsequió con un enorme y dulce castillo.
Ante la fama que iba gestándose por tales heroicas hazañas, y ante el advenimiento de futuros encargos dado el reconocimiento que se ganaba tan prestigiosa manada, el kraal de responsables de la misma decidió que era momento de ampliar el número de miembros de la misma. Para ello, se acondicionó la sala de lobatos para ambientarla en el marco simbólico en que se encuadra: El libro de la Selva. Así, se pintó una pared completa con motivos de Mowgli y sus amigos, se instaló un césped artificial y se construyó un cubil presidido por el tótem de la manada. Además, tuvimos el “día del amigo”, en el que los lobatos trajeron a sus amigos, consiguiendo ampliar la manada ¡hasta los 20 miembros!
Así, comenzamos a trabajar la caza. Reunidos en consejo de manada, los lobatos decidieron que querían trabajar la televisión como elemento conductor de las actividades a realizar y progreso personal. De este modo, la manada se puso manos a la obra, convirtiendo la sala de lobatos en un auténtico plató de televisión, en el que grabarían diferentes programas y desarrollarían todas sus aventuras.
Unos meses después quisimos compartir con los papis y mamis de los lobatos un día de convivencia, en el que éstos se acercaran un poco más a la manada y conocieran cómo trabajan y qué es lo que hacen. Para ello nos fuimos haciendo un raid hasta la “Cañada del Lobo”, lugar que da nombre a nuestra manada. La convivencia fue un éxito, y tanto padres y madres, como niños y responsables tuvimos un día para recordar, cargado de juegos, risas y emociones.
Y así, llegamos al campamento de verano. Todo preparado para tener un campamento cargado de sorpresas ambientado en los Pitufos, pero la primera noche algo pasó… avisados por la policía y el presidente de la Asociación unas semanas antes, un hombre, frustrado por su pasado como lobato decidió que la manada Cañada del Lobo sería la siguiente en hacer desaparecer. Para ello, hizo desaparecer el tótem y los lobatos, lejos de asustarse y llorar, acostumbrados a misiones como la de la reina, guardaron la pintura azul y los gorros blancos de los Pitufos, poniéndose manos a la obra en la captura de tan desalmado ser, convirtiéndose en auténticos detectives.
Pero, una vez más, la heroicidad de la manda, su unión y su buen hacer, consiguieron solventar una papeleta que, a priori, se antojaba complicada, salvando así también al resto de manadas de otros grupos de otros grupos scout de nuestra localidad.
Y así, llegamos al inicio de la nueva ronda, en la que nos espera la implantación de la nueva metodología, nuevo progreso personal, nuevas aventuras y por supuesto, muchas ganas de hacer siempre lo mejor.